Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.
Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?
Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.
No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.
Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.
¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?
Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.
Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?
Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.
No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.
Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.
¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?
Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.
Miguel Hernández Gilabert
5 comentarios:
Celebro esta entrada, sobre todo cuando desde niña mis ancianos más venerados y amados me narraban una y otra vez la vida en los olivares y cortijos de señoritos...lo vivo como mío.
Hoy me acuesto con la Nostalgia de lo que ya no volverá.
Un canto a la revolución, aliento para la lucha por lo que es de uno mismo, intento derogante de la opresión. Ánimo de despertares a lo "Orcali".
Soy andaluza de pura cepa. Yo también se de que hablaba Miguel Hernández. Y hoy, 75 años después de este canto, los aceituneros de Jaén siguen trabajando para los terratenientes. ¿De qué carajo sirve la revolución?
Me gustaría no creerlo así, pero Miguel Hernández murió y hubo 30 años más de dictadura y represión en España.
Hoy no me levanté optimista.
Muy buena la entrada, me ha gustado mucho.
Gloria
Sra. Garrafa: Felicita a Miguel Hernandez, no a mi, yo solo me limité a publicar un poema suyo.
Gloria: dices tu: "Y hoy, 75 años después de este canto, los aceituneros de Jaén siguen trabajando para los terratenientes. ¿De qué carajo sirve la revolución?".
Pues el problema es que ganaron la guerra los que no tenian que ganarla, por ende, la revolución no es que no sirviera, es que no se hizo.
Hoy los aceituneros son otros, ni siquiera andaluces en su mayoría. Hoy sale mas rentable dejar que los esclavos lleguen en patera y aprovecharse de su desesperación. Quiza, a la larga, sean ellos quienes hagan las revolución.
Cuando puedas escucha ese poema en una canción de Jarcha (Aceituneros, se llama). Es la canción protesta con la que me criaron mis padres... la lucha obrera.
Da igual quienes sean los exclavos, que procedan de África, Colombia o del mismisimo Jaén, precisamente por eso lo decía.
¡Quizás ellos emprendan la revolución! ¡Quizás!
Un beso
Gloria
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