
Era una joven de unos 25 años que hablaba con su amante o maromillo de turno al teléfono. “Mi novio es un hijo de puta –decía ella indignada- ha reconocido que se ha acostado con otra mujer”. Después de esa frase salió por la puerta y le perdí el rastro.
Mientras seguía pensando como se puede tener tanta cara de indignarse porque su pareja hace lo mismo que uno, mi atención se centró en otra conversación, en este caso en una mesa cercana. Un conocido casanova ibérico hablaba con un amigo en plena crisis de celos, indignado porque su pareja de turno había estado a menos de dos metros (pero a mas de uno) de otro hombre.
Mi asombro fue aún mayor, cuando al llegar este amigo al que esperaba y luego comentarlo con otra gente de mi entorno, del primero al último comprendían y hasta defendían las posturas de tan absurdos seres humanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario