Horas, posiblemente días y quién sabe si meses. Que difícil se hace por momentos vivir pendiente de un hecho, de una cosa en particular, como si de la elección de una sede olímpica se tratase.
A veces se hace necesario aprender a medir más las cosas y no vivir en un todo o nada constante, a darle a todo su valor y no hacerlo a todo o nada. Darlo todo o no dar nada.
Contar las horas se hace realmente complicado, pero el presente ilusiona y de ilusiones dicen que se vive. Esta vez lo he dado todo, incluso más que nunca, pero nadie me quita de la cabeza que es el todo acertado.
Cuento las horas para apagar la incertidumbre y a la vez espero, pero lo hago con el convencimiento de que nunca he merecido ni deseado tanto nada. Ya he ayunado, he meditado y ahora espero, algo que como nunca me he ganado.