En cinco minutos habían convertido aquello en una fiesta, pero la celebración no pasó de los diez. Un diluvio de dimensiones bíblicas aguó lo que pudo ser y no fue. Los más viejos del lugar no daban crédito a lo que veían.
Pasados por agua algunos se dieron cita en una caja negra para continuar la fiesta. Que fue un encuentro intimista es un eufemismo, porque la verdad es que una veintena de personas no hacía justicia al espectáculo.
El sol de Dinamarca esperaba, porque al del sur se le olvidó avisar que no vendría. Aviones de madrugada, poco tiempo que perder y agua, mucha agua. Otra vez será o al menos ese fue el deseo.
Pasados por agua algunos se dieron cita en una caja negra para continuar la fiesta. Que fue un encuentro intimista es un eufemismo, porque la verdad es que una veintena de personas no hacía justicia al espectáculo.
El sol de Dinamarca esperaba, porque al del sur se le olvidó avisar que no vendría. Aviones de madrugada, poco tiempo que perder y agua, mucha agua. Otra vez será o al menos ese fue el deseo.
Sonidos de la patria chica que amenazan con regresar, pero que de momento se quedan en un agradable recuerdo. El presente yira y yira.
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