viernes, 23 de mayo de 2008

El poeta

Le pedían milagros que no le eran posible. Era con diferencia el ser más destacado de aquel lugar, su talento era desbordante, pero no era capaz de solucionar sus problemas. Cuando hablaba los demás parecían hipnotizados, el poder de sus palabras hacía que los demás solo pudieran escuchar.

¿Era acaso el poeta líder de aquel rebaño? Le pedían al poeta ser líder y él solo era capaz de devolverles metáforas. Ya no le pedían, le exigían solucionar hasta el último de sus problemas y él solo les podía ofrecer sus mejores versos.

Por el solo hecho de su genialidad le exigían ser lo más parecido a un dios, si acaso algún día existió un ser semejante, y eso le hacía infeliz. Poco a poco sus metáforas dejaron de ser valoradas porque no eran metáforas aquello que querían oír los demás.

Se sentía frustrado y una mañana decidió que se iba con sus versos a otra parte. Sentía una sensación intermedia entre la rabia y la tristeza. No pudo evitar dejar una última frase, en un trozo de papel escribió: el arte para el artista y bellotas para los cerdos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pero cómo me gustan tus versos y tu sentido del humor inglés.